lunes, 30 de enero de 2012

Que suene a bipolar

¿Y qué es esto? ¿Qué es?

Es un camino para llegar a algún sitio. A ninguno.
O es la agonía de un final. Un principio.




Ando a peleas con el mundo.
Ando a peleas con el espejo, con mis manos, ando a peleas con mi cuarto.
Ando a peleas contigo y luego me culpo de todo lo malo.
Ando a peleas.


"Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo."


Déjate.





Y túmbate al sol cuando todo acabe.
Sonríe.


Y ya si quieres, llora después.

lunes, 9 de enero de 2012

el viento y las olas y el mar...

Sólo quiso dejar de nadar hasta que su cuerpo se hundiera en la arena y sus cabellos lisos de bronce se ondularan suavemente flotando sobre su cabeza.
Sólo quiso descansar, en el fondo, rodeada de corales, y que los peces y las algas y las conchas le tejiesen un manto precioso para cubrirla cuando hiciera frío.
Pero nadie la comprendió,
así que todos lloraron
y culparon al mar y a las olas y al viento.
Nadie reparó en su sonrisa, calmada, divina, en paz al sentir las corrientes jugar entre sus dedos.
No se fijaron en las perlas que se habían enredado en su pelo para coronarla como la princesa que no fue y anunciar a todas las criaturas de las profundidades que había bajado un ángel desde la tierra.
Por eso culparon al viento, a las olas, al mar...
Pero nadie observó que sus manos, azuladas como la blanca espuma, reposaban entrelazadas con dulzura sobre su pecho de nenúfar, como quien espera pacientemente algo.
Un final.
No culpéis al mar, hubiera querido decirles. Él me amó cuando el mundo quiso envolverme en la bruma.
No culpéis a las olas, pues me acariciaron mientras otros llegaron a olvidar cómo se hacía.
No culpéis al viento...

Él os traerá ecos de mí.

jueves, 5 de enero de 2012

Mujer

Eres tú.

La mujer que recoge lo que nunca quise esconder de mí mismo, una mujer que mira a mi frente cuando el sol le da de lleno
y mira entre sombras
y entre el frío
y entre los escondites de mis dedos.
Mujer de tiernos labios, muslos de belleza innata, nuca que desgarra mis tripas, que enciende el fuego en la punta de mis dedos y mujer de lazos de seda que acariciarían mi cara si me miraras.

Soy yo.

El hombre sin recursos para llamarte a gritos desesperados en mitad de la noche. Hombre que no quiere más que contemplar el paso de tus pies caminar sobre el asfalto
y los ojos que atraparon
y me robaron
y se llevaron mi vida entera.


Es él, el que recogería en cajas doradas las lágrimas de tristeza que resbalaran por tu rostro como zafiros y rubíes. Es él, el que te besaría al caer del aire cuando te convirtieses en pluma y bajaras despreocupada de entre las ramas de los árboles. El que te soplaría para que notaras cosquilleos, muy suave, para que no te escaparas otra vez a los árboles. Haría bailar sus manos para convertirse en el viento y mover tu pelo y admirarlo y olerlo pero nunca tocarlo. Él, que moriría mil veces para volver a nacer si tu estuvieras en su mundo. El hombre que plantaría flores en todas las calles para poder verlas reflejadas en tu cuello de pétalos. Él.

Y me visto con corbata de seda y traje planchado para mirarte escondido entre rendijas finas de metal.
Y me peino con raya y lustro mis zapatos para soplarte en el ombligo y que sonrías a las nubes.
Y me afeito escrupuloso, y me perfumo por la mañana para acariciarte en mi fantasía.


Es bella, es... ella.