miércoles, 28 de noviembre de 2012

Lo que viene


Los dolores que generas en mi espalda, en mi cuello que llenas de contracturas, en los callos de mis pies, en las muescas de mis manos, en las arrugas que me dibujan desde los ojos hacia lo lejos, pretenden contarme historias que comiencen porque estoy aquí de pie, frente a ti, mirándote en lo profundo, en lo oscuro, en lo desconocido. Que te tengo para vivirte y estremecerte y sentirte. Te tocaré la espalda cuando te hayas girado a mirarme entre la comisura de mis labios adelantados a tu cuerpo prepotente. Que estoy aquí para vivirte a ti, reloj que dejas contar mil segundos del derecho y del revés, en positivo y negativo. Cuentas para descontarme. Que no puedes esperar el ilusorio soplo de viento que te empuje helándote la nuca, que te adelante los pies a taconazos, marioneta estúpida. ¿Quién te incitó a poner pies en polvorosa con mirada maligna y encías sangrantes?

Ven a buscarme en tu espalda, que yo ya estaré haciendo caminar mis pasos sobre esas nubes, varios metros por delante.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Mucho tiempo

Ya va haciendo mucho tiempo de casi todo.
Muchos años de aquella risa,
muchas lunas de aquel adiós.
Muchos, muchísimos días sin ti.
Y la niebla va envolviendo los recuerdos que creíste poder pintar al detalle en un lienzo inmortal.
Ahora el polvo ya emborrona los perfiles
y la silueta, cuidadosamente recortada contra un fondo blanco, ya no es más que una mancha gris en la pared.
Retales de verdad que se abrazan con jirones de mentiras que se mezclan con pedazos de espejismo.
Eso es todo lo que fue, todo lo que queda, lo que tienes.
Y un baúl vacío que juraste llenar de historias y que te acusa sombrío de no tener palabra de honor.
No hace falta que prometas, que asegures, que supliques una tregua;
los oídos ya dejaron de oír y sólo el frío y sordo silencio consigue susurrar en la oscuridad
y ya los ojos ciegos se cerraron sin mirar.

Aun así, sigues en pie.

Con suerte, por mucho tiempo más.