Dejó su corazón escrito en una tarjeta, una lágrima guardada en una botella sin etiqueta y cerró la puerta sin llave, por si acaso.
Su maleta, cuidadosamente llena de nada, se quedó en el portal, junto con todo lo imprescindible para no ir a ninguna parte, mientras una canción de las lentas sonaba en el tocadiscos.
Llevaba las miradas atrás en un estuche de mano que abría de vez en cuando, pero no mucho, para no hacerse daño.
Lo necesario lo dejó en un cajón y se llevó sólo aquello que un día le pareció tonto e inútil. Se subió a un vagón sin mirar a dónde iba y dijo adiós con la mano a alguien querido que nunca se despidió en el andén.
Recordó días lejanos, mientras se alejaba. Cerró los ojos.
Y así se fue.
estamos con las despedidas hechas con flanecico... :)
ResponderEliminarLo encontré en una libreta de este verano... Y ya por seguir con la temática...
ResponderEliminarMe gusta mucho esta entrada. En general me gusta todo aquello que parece contradictorio y que te hace mirar desde otro punto de vista para entenderlo. El final es muy bueno: "Se subió a un vagón sin mirar a dónde iba y dijo adiós con la mano a alguien querido que nunca se despidió en el andén." pero también es un tanto triste.
ResponderEliminarSeguid así: Gachas y Migas!
:) Yo es que soy muy de finales tristes
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