sábado, 12 de mayo de 2012

lejos, aquí

No. Por imposible que te pueda parecer, no eres la persona que conoce cada secreto, cada pliegue, cada sombra.
Soy yo.
Y todo lo cerca que estemos no es más que una inmensidad irreconciliable, una zancada gigantesca, aunque sea la más pequeña que existe. Aunque sea lo más cerca que alguien pueda estar.

Menos que el filo de una navaja muy fina y muy afilada.
Menos que un hola que antes de terminar fue adiós.

Breve, como tu sonrisa, y eterno, como mi estupidez. Hermoso, como las dos.
Lo más parecido a una canción silbada por el viento entre los dedos.

Pero cada rincón, cada guiño y cada mueca son un abismo que se abre bajo tus pies antes de que puedas siquiera gritar mi nombre. Y las blancas nubes que te acunen en tu sorpresa sólo suavizarán la caída a la realidad.

Y yo estaré lejos de ti. Muy arriba, muy abajo. A sólo un paso.

Aún así, no dejes que la lluvia recorra el marfil de tus mejillas. No me mires y me implores, no desgastes tu firmeza arañando inútilmente a un aire vacío en la infinidad. No dejes caer las murallas ante un enemigo desarmado.
Y no me hagas llorar.

Porque, créeme, no existe otro modo.

Tan sólo tú, aquí, lejos de mí.

Tan sólo tú...
que en realidad soy yo.

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