lunes, 27 de agosto de 2012



Nunca encontré un motivo para sonreír hasta que te conocí.

La noche se nos caía encima como un baño de agua caliente en unos piés helados y varios granos de azúcar habían quedado desperdigados sobre la madera de una mesa que contaba historias a miles. Tus piernas abiertas y tus pies juntos, tu cuerpo sentado en la silla que ni vi, inclinado hacia delante buscando contar pocos centímetros entre tu cuerpo y el mio es la imagen que guardo de aquella noche que caía. Tu camisa blanca arremangada, tu barba de un par de días y tu pelo despeinado, más que una imagen es un cuadro pintado con los pinceles de mis dedos... Los ojos que buscaba y encontraba y perdía para volver a buscarlos y encontrarlos fue el juego de tantos segundos que corrieron los relojes aquella noche que nos bañaba. ¿Qué más había tras la mesa de madera que tus labios hablando y el lunar de tu boca bailando?

     - creo que sonríes demasiado poco

Tus ojos me encontraron, tus labios se callaron, tu lunar amaneció.

     - ¿demasiado poco? la sonrisa es un diamante exclusivo de la persona, es un sentimiento, es un pedazo íntimo, es...

     - deberías sonreír siempre

     - dudo mucho que haya motivos para sonreír siempre ¿por qué debería sonreír si no quiero? ¿por qué si realmente no me apetece? ¿no sería hipócrita? ¿por qué sonreír sin más?

     - porque si sonríes tú, sonrío yo


Sonreíste.




sábado, 25 de agosto de 2012



"No quiero empezarte a querer", le susurró el lobo a Caperucita. "Seguro que me romperías el corazón".

domingo, 12 de agosto de 2012

tontería

Qué tontería. Que me mires y te mire y nos riamos los dos, aunque el mundo se esté cayendo a pedazos a nuestro alrededor. Que cien soles alumbren nuestro horizonte infinito, borracho de luceros y melodías, mientras la oscuridad estremece con su abrazo otros sueños.
Y que sea perfecto, y absurdo. Y, posiblemente irreal.
Pero mágico y hermoso, supongo.

Vaya tontería.

Que tu estés aquí, allí, a dos pestañeos de tocarme y a tres de desaparecer. Que lo inmenso sea pequeño y que el viento sólo susurre olas de calor. Y un aullido lejano nos recuerde que el frío sigue ahí fuera, entonando su canto de sirena, para hacernos naufragar.

Venid. Venid.

Y preferir arrebujarnos en la cama, bajo mantas de risa y primavera, acunados en tus brazos y en los míos, para decir no, no iremos.

Y reír, reír, reír. Simplemente porque sí.

Qué tontería.