Qué tontería. Que me mires y te mire y nos riamos los dos, aunque el mundo se esté cayendo a pedazos a nuestro alrededor. Que cien soles alumbren nuestro horizonte infinito, borracho de luceros y melodías, mientras la oscuridad estremece con su abrazo otros sueños.
Y que sea perfecto, y absurdo. Y, posiblemente irreal.
Pero mágico y hermoso, supongo.
Vaya tontería.
Que tu estés aquí, allí, a dos pestañeos de tocarme y a tres de desaparecer. Que lo inmenso sea pequeño y que el viento sólo susurre olas de calor. Y un aullido lejano nos recuerde que el frío sigue ahí fuera, entonando su canto de sirena, para hacernos naufragar.
Venid. Venid.
Y preferir arrebujarnos en la cama, bajo mantas de risa y primavera, acunados en tus brazos y en los míos, para decir no, no iremos.
Y reír, reír, reír. Simplemente porque sí.
Qué tontería.
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