Y sentado entre las sombras donde no llegan tus rayos, encandilado con tu lastimosa melodía, pensé que no se estaba tan mal, a varios metros de tus pies, siempre que me prometieran que cuando alzara la vista ibas a estar allí, arañando la noche con tus garras de porcelana, desafiando a esa luna, que no es más que el espejo de tus rizos, a que deje de ocultar su cara y te pida perdón por querer refulgir en tu mismo cielo.
Y supe que no podría ser tan malo esperar eternamente a que me atravesaras con tus ojos de zafiro, mientras los gatos hacían los coros a tu risa y el mundo se paraba para contemplarla.
Y así, una noche más, te sueño bajo tu tejado, por si hoy quisieras bajar.
Brutal.
ResponderEliminarNo se describir lo que siento... Eres tan grande
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