viernes, 16 de abril de 2010

Nubes oscuras en el cielo de Londres.
Puertas de madera o edificios de ladrillo.
Atardecer dorado en el mar.
Caminar.
El sonido del teléfono en casa.
Sonrisa familiar.
Abrazos.
Dedos que golpean suave tu muslo al ritmo de la música que escuchas.
Movimiento de las hojas con el viento.
Señora de pelo cardado.
Sol de verano.
Relojes que hacen sonar el tiempo.
Besos pensados y palabras repetidas en tu cabeza.
Mujeres que fuman entre rosas rojas.
Monedas en fuentes.
Fé.
Uñas cortadas a rás.
Aromas fugaces que recuerdan un instante.
Zapatos de cuero con tacón de aguja.
Carcajadas sonantes.
Películas de dos minutos aparentes.
Imagen de tu reflejo.
Pantalones con cinturón.
Perros que ladran pero no muerden.
Canciones de sonreír.
Correr descalzo en la playa.
Chicos que bailan.
Niñas con pelo rizado.
Bocas rojas y dientes blancos.
Ojos abiertos.
Manos que saludan casi imperceptiblemente.
Calor de un cuerpo vivo.

tú.

Casi común.
Casi corriente.

Único.

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