sábado, 3 de julio de 2010

garabatos

Cositas del mundo pequeño mezcladas con garabatos en la libreta sobre una mesa del salón.

Aquélla mañana salió el caballero a saludarme gentilmente. Se asomó ligerísimamente (tan ligeramente que pensó que no le veía) y cuando vio mi medio tacón aparecer sobre cuatro piedras del camino, se plantaron (él y su sonrisa) en medio de mi trayectoria natural hacia el olvido. Cuando me había acercado lo suficiente, como a cámara muy lenta, subió la mano a su sombrero de paja, entrecerró su ojo izquierdo con paciencia, escondió sus dientes durante medio segundo o menos y casi con una reverencia ceremonial, como de años muy lejanos, como de personas convertidas en reyes, princesas o nobles en general, separó imperceptiblemente el sombrero de su cabeza. Y luego me miró sin pestañeo alguno (esa sutil manera de acariciarme tenía). Sus ojos, como flechas encendidas me atravesaron y me empujaron al lugar del que había salido por la mañana. Trayecto inverso.

Un camino con cuatro piedras imposibles de caminar con mi medio tacón y una puerta por la que se asoma ligerísimamente.
Y se pone un sombrero de paja convirtiéndose en un galán momentáneo.
Y luego sale y le veo y... sumo garabatos.


Esperando el día en el que no salgas a saludarme.

1 comentario:

  1. Que sepas que yo te sigo y me gusta montarme mis películas acerca del significado de lo que escribes!!! :D
    Mi blog también te sigue, pero no pases por él porque lo tengo un poquito abandonado!!

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