martes, 29 de mayo de 2012

hombre melocotón


Todavía recuerdo el día que descubrí el sol reflajado en el mar y el miedo de mis instintos se esfumó de un horizonte ovalado. El día en que te descubrí melocotones entre los labios... entre tus labios, caballero de la corte. Aun me acuerdo de las olas que como lechuzas blancas se acercaban a olernos los pies de seda fina y se iban a tus labios rápido, a comer melocotón. Que sí, que me acuerdo de las mil risas que sonaron entre las luces de un pueblo en tirantes, al anochecer, con leve brisa de olor azucarado, ¿te acuerdas tú?, a mí no se me olvidan los momentos en los que nos tumbábamos a buscar sonidos de hierba fresca y comíamos melocotones mientras gatos verdes venían a buscar el cobijo de nuestros abrazos. Recuerdo el calor del teléfono sonando y el torbellino de tripas que provocaban las cosquillas que me hacían las nubes al bajar desde tus ojos hasta mi cuello.

Aun lo recuerdo, aun recuerdo cómo recoger melocotones cuando el calor aprieta.


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