domingo, 6 de mayo de 2012


Que ocurre como ocurre y no de otra manera. Que te lo pinte y no puedo. Léemelo entre lo profundo de lo que bombea porque si lo busco ni lo encuentro. Te pega un golpe en la frente, de repente, ascienden o descienden las corrientes por mi pecho y sin resuello, bajas y subes una mirada, lento. Se alargan desde el horizonte teñido de arcoiris unos brazos, fuertes y débiles que te acojen para hacer volar tu pelo, para hacer encoger tu cuerpo, para hacer despertar tus sentidos. Se aceleran los tambores buscando anhelante lo que quiera que flote en el aire o no aire o espuma. Se te entrecorta la respiración, cierras tus ojos para agarrar las palabras, abres tu libro de sueños para dibujarte entre neuronas una sensación indescriptible.

Poco es o todos es.
Es como fuego, como gritar, como relámpagos que engañan a la oscuridad, como correr a ningún lugar, es una cascada que cae, cae. Y queda en un suelo petrificada.


Las lágrimas de tu historia, las sonrisas de tu imaginación, los deseos incumplidos.
Y miras atrás. La ves en un suelo petrificada para no cambiarla por viento. Para no cambiarla por nada.

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